Cuando April vino a visitarme a Noruega, me trajo un pequeño regalo: una mascarilla de vapor para los ojos. Me contó que siempre las usa cuando viaja porque le ayudan a relajarse y a dormir mejor. Yo nunca había probado una, pero enseguida me picó la curiosidad. April es de Corea y tiene un gran ojo para detectar las nuevas tendencias de belleza que vienen de Asia.
Tengo que admitir que mi primera impresión fue que la mascarilla parecía una compresa. La forma, el material, incluso el envoltorio… todo daba esa impresión. Pero en cuanto me la puse, me sorprendió gratamente. Empezó a calentarse poco a poco, y al cabo de unos minutos se sentía como una toalla tibia y suave sobre los ojos. La versión que probé era de lavanda, con un aroma sutil y relajante, sin llegar a ser empalagoso. El calor duró unos 20–25 minutos, y podía sentir cómo se relajaba mi cara y mi cuerpo se hundía en la cama. Una sensación realmente agradable, y ahora entiendo perfectamente por qué a April le encantan.
Por lo visto, la tendencia de las mascarillas de vapor para los ojos empezó en Japón a comienzos de los años 2010, cuando la marca MegRhythm lanzó su mascarilla original. Se hizo muy popular entre oficinistas y personas que viajaban en tren, que la usaban para desconectar en los descansos o de camino a casa. MegRhythm sigue siendo la marca más conocida y mejor valorada de este tipo de productos, y su éxito fue lo que realmente hizo que la idea se expandiera por el mundo.
La mascarilla que me dio April era de BeHoomi. Al principio pensé que era una marca coreana, pero April me dijo que era estadounidense. Luego descubrí que no era ni una cosa ni la otra. Se venden a través de tiendas online americanas, pero en realidad se fabrican en China. Aun así, la calidad es buena: el material se siente suave sobre la piel, sin bordes duros ni ese olor a plástico barato que a veces tienen los productos económicos.
La mascarilla BeHoomi es de un solo uso. En el interior lleva una fina capa de polvo que se calienta al entrar en contacto con el oxígeno. Así que, en cuanto abres el paquete, empieza a calentarse sola, sin necesidad de microondas ni electricidad. La temperatura alcanza unos 40–45 °C, y el calor suave junto con el vapor ligero se siente como un mini tratamiento de spa para los ojos. Mucha gente las usa para aliviar la sequedad o la fatiga ocular, o simplemente para relajarse después de un día frente a la pantalla.
Desde entonces la he usado varias veces, sobre todo después de pasar muchas horas con el portátil, y sí que se nota la diferencia. No es nada milagroso, pero lo suficiente para que mis ojos se sientan menos cansados y me relaje más rápido. Me gusta especialmente usarla por la noche, justo antes de dormir: el calor me ayuda a desconectar y el aroma a lavanda le dice a mi cuerpo que es hora de descansar.
Eso sí, tiene algunos inconvenientes. Solo se puede usar una vez, y cuando se enfría, se acabó. Puede parecer un poco derrochador en cuanto al envase, pero es muy práctica para viajar o cuando quieres un ratito de confort sin complicarte. Me gustaría que el calor durara un poco más, porque 25 minutos pasan volando cuando ya estás relajada.
En resumen, creo que la mascarilla de vapor BeHoomi es un producto muy agradable. Puede que su aspecto no sea el más glamuroso, pero cumple su función. Si te cuesta relajarte por la noche o quieres llevar un toque de spa en tu próximo viaje, merece la pena probarla.
No creo que BeHoomi se venda en Europa, pero puedes encontrar la marca original MegRhythm de Japón en Amazon:
Wenn du deinen Augen etwas Gutes tun möchtest, sind die MegRhythm Wärmenden Augen-Masken mit Lavendelduft ideal. In jeder Packung sind fünf selbstwärmende Masken, die sich auf etwa 40 °C erwärmen und für bis zu 20 Minuten sanften Dampf abgeben. Sie beruhigen müde Augen und helfen, nach einem langen Tag abzuschalten, Entspannung für Körper und Seele.
Die MegRhythm Masken stammen ursprünglich aus Japan und sind dort längst ein fester Bestandteil der Wohlfühlroutine.
