Fue un amigo de Steve quien nos recomendó visitar Lands End, y resultó ser un gran acierto. Lands End está en el extremo noroeste de San Francisco, donde los acantilados caen en picado hacia el océano Pacífico y la ciudad da paso, de repente, a una costa salvaje y espectacular.
Empezamos en Lands End Lookout, donde hay aparcamiento, baños y un pequeño centro de visitantes. A los pies de los acantilados se encuentran las ruinas de los Sutro Baths, que en su día fueron los baños cubiertos más grandes del mundo. Fueron construidos en 1896 por Adolph Sutro, antiguo alcalde de San Francisco, que quería crear un espacio público donde todos pudieran bañarse en agua de mar bombeada directamente del Pacífico. El enorme complejo contaba con seis piscinas, toboganes y torres de salto, con el agua calentada a distintas temperaturas. Fue muy popular a finales del siglo XIX, pero con el tiempo se deterioró y acabó incendiándose en 1966 durante su demolición. Hoy solo quedan las bases de hormigón, pero el lugar sigue siendo fascinante y deja entrever lo impresionante que debió de ser en su época.
Desde allí seguimos el Coastal Trail, que serpentea junto a la costa con vistas espectaculares del océano y los acantilados. El sendero atraviesa un bosque de viejos cipreses de Monterey, cuyos troncos retorcidos y copas densas crean un ambiente casi de otro mundo. Es como caminar por un bosque de cuento azotado por el viento, y con el sonido de las olas de fondo, la atmósfera es realmente especial.
No recorrimos todo el sendero, pero llegamos lo bastante lejos como para ver el Golden Gate Bridge a lo lejos, medio envuelto en niebla. No era la clásica vista de postal, pero tenía su encanto, muy al estilo de San Francisco.
Si tienes un par de horas libres en la ciudad, Lands End merece totalmente la pena. El Coastal Trail es una caminata fácil que puedes hacer a tu ritmo. Pásate por las ruinas de los Sutro Baths, disfruta del silencio entre los cipreses y contempla las impresionantes vistas del Pacífico.
